Hiposomniáca

Diluvium

10 de agosto, 2025

tormenta

Agua que fluye con histeria, que arrastra. La observo y no sé lo que es. Algo lastima, una aguja clavándose y de repente mi cuerpo se retuerce.

Tengo tantas, tantas cicatrices. Así que el agua me ayudará a limpiar esta única herida. Hará que se vaya con el río y no se quede en mi magullada piel.

No puedo cerrar los ojos. Tengo que ver por mi mismo cómo se va. Excepto que no lo hace. Se atora en una piedra, deja de correr por el frenesí. Nadie lo escucha, nadie lo nota. Solo yo, que no puedo hacer nada porque esa herida es mía.

En algún momento se mueve, yo corro detrás de ella para asegurarme que esta vez muera. Al final, me encuentro con una cascada. Me lanzo hacia ella sin poder pensarlo y no aparto la vista.

Las rocas me lastiman, me arañan. El agua me inunda y me ahoga. No importa. Lo vale. Hasta que miro arriba. Mi herida no ha caído. Alguien la robó. Ese era el objetivo, pero ¿por qué?

¿Por qué llevársela cuando me ocasioné cincuenta más al lanzarme por ella? Cerré los ojos. Que el agua me lleve a donde sea necesario.

Tunuari Orozco Vega


Escribo desde mi trastorno límite y tras mi tercer internamiento. Intento plasmar el constante humo en mi cerebro.